viernes, 10 de julio de 2020

¡ A Festejar ! ¡ A Festejar ! ¡ A Festejar ! ¡ A Festejar ! ¡ A Festejar ! ¡ A Festejar ! ¡ A Festejar! 


Al día siguiente de que se declarase 
la independencia argentina, el 9 de julio de 1816, 
en la Casa Histórica de la Independencia, 
en Tucumán, los congresistas, diputados, autoridades y todo el pueblo festejó el logro.



El 10 de julio, a las nueve de la mañana, los diputados 
y autoridades se dirigieron al templo de San Francisco. 
Los encabezaba el Director Supremo Pueyrredón; 
lo acompañaban Laprida y el gobernador Aráoz. 
A lo largo de tres cuadras, que separaban la casa del Congreso 
de la iglesia, formaban en doble hilera las tropas de soldados. 
En la plaza estaba reunido el pueblo, expectante y entusiasta. 
Según la investigación de Juan Carlos Marinsalda, 
la procesión desde la casa de Francisca Bazán hasta San Francisco era costumbre en tiempos de la colonia. 
La familia Bazán era propietaria de un Cristo 
(conocido como el “Cristo de los Bazán”), 
trasladado habitualmente en las celebraciones religiosas.
El congresal por La Rioja, Pedro Ignacio Castro Barros, 
tuvo a su cargo la misa solemne y el sermón. 
Entre salvas y música, 
la comitiva se dirigió a la casa del gobernador donde sesionó brevemente el Congreso. 
 En su salón se preparaba un baile para otorgar a Pueyrredón la jerarquía de Brigadier y nombrar a Belgrano como General en Jefe del Ejército, en reemplazo de Rondeau.




Hacia 1870, Paul Groussac,
 un intelectual francés que residía en Tucumán, 
narró detalles del baile de la independencia 
gracias a los testimonios de algunas personas que habían asistido.



Según Groussac: “Cuántas veces me han referido sus grandezas
 mis viejos amigos de uno y otro sexo que habían sido testigos y actores de la inolvidable función. 
De tantas referencias sobrepuestas sólo conservo en la imaginación
 un tumulto y revoltijo de luces, armonías, guirnaldas de flores, 
manchas brillantes y oscuras de uniformes y casacas, faldas y 
faldones en pleno vuelo, vagas visiones de parejas enlazadas
 en un alegre bullicio de voces, risas, 
jirones de frases perdidas 
que cubrían la delgada orquesta de fortepiano y violín".




¡  VIVA  LA  PATRIA  !






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